miércoles, 22 de agosto de 2018

Carta de despedida

Olvidé como se sentía
mi cuerpo en movimiento.

Olvidé la brisa fresca
y la sensación del pelo
cayendo sobre mi hombro.

Olvidé la casa con aquellos zapatos
que hacían las veces de maceta,
así como olvidé la calle
en la que nos sentábamos a fumar.

Olvidé las largas horas en el cordón
y los abrazos cálidos post-espera.

Olvidé el frío, porque olvidé el calor
y olvidé el color, porque olvidé la forma.

Mi memoria es un enganchado mudo
de recortes de escenas
en cámara lenta.

Ya no podrá ser un nido cálido
en el que recostarme a dormitar
ya no podré escuchar discos
en ese rincón de la casa.

Me desperté, finalmente
desconcertada
y casi sin poder respirar.