miércoles, 19 de julio de 2017




No estoy hablando de pibas que quiero besar. No. Esto no pasa por ahí, ni en pedo.
Ni siquiera hablo de amor, así como solemos hablar del amor cuando tomamos birra y nos preguntamos cosas que no sabemos responder.

A veces solo quisiera ser una charla casual. Una mirada cómplice. O menos:
Un chiste que las haga reír, un encendedor para el pucho, una oleada de perfume al pasar por una esquina.


Ellas son las ligas mayores


Me dan ganas de entrar un ratito en sus universos para mirarlas construir ciudades con barro
Sentadas en un ventanal dibujando mariposas con sus trenzas
Bailando con los ojos cerrados frente al reflector que proyecta medusas

Ellas son las ligas mayores del deseo


Etéreas. Deformes. Húmedas en un néctar antiguo o en salvia o en lluvia.
Todas las imágenes de lo mítico y lo mágico y la sensualidad fértil que las envuelve y las hace monstruosas / infames
Un sueño dentro de un sueño que no comprendo.


Seguro no es tan así.
Siempre no lo es.

Pero qué lindo cuando las sueño
y les transformo los ojos en flechas, y son amazonas pianistas enormes Carcajadas de vino y flores con forma de pezón
Con sus dientes anchos manchados de nicotina
y sus pieles raspadas de caerse de los árboles que les regalo en mis sueños
para que vivan junto a las frutas todo el día

Gatas y lechuzas que desentierran la noche lo suficiente como para volver justo para la gula

Y para tomar el té.