martes, 9 de julio de 2013



Un día el miedo me cerró el pecho.
Me sentí preñada de muerte, de lento tormento.
Tomé mi entereza y la destruí por completo
dejando fragmentos
dejando silencios.

Buscaba el vómito de mi mente.
Trataba de hacerme roble en el contratiempo.
Corrí por medio mundo para volver a mí
doble raíz de atroz fruto
en un solo bulbo, la culpa y el indulto
comiéndose entre sí en triste pasatiempo.

Pero algo había que impedía
suicidarme en un verso.
Entre el vapor y el hermetismo de la noche
En la brillantina de la inconsciencia
llegaron como un puñal de flores
tus deseos.

Iré a tu encuentro
una vez más
como hago todo el tiempo, enajenadamente.
Iré hacia vos y será ver crecer
los pastizales del campo violeta
donde el viento seduce a la lluvia.
Iré y me fundiré en un solo movimiento
con tus ardientes ganas de explotar
de ser un espiral eterno
de música abrasadora.

Es mi patria
mi hogar
mi abrazo conmigo misma
en tu piel.




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