viernes, 30 de agosto de 2013



El hambre te ruge
justo abajo del nudo
en el pecho.
Te preguntás
una y mil veces
por qué
el miedo
y el encierro
y el dolor
y el odio
por qué.
Todo se nubla cuando pasás
y tu propio cuerpo no te deja
disfrutarte.
Por qué, carajo
por qué.
Para qué sirve
qué hay que aprender
qué me falta limpiar
qué tengo que pagar
cuál es la lección
dónde está la verdad
la luz al final del túnel
la calma después de la tormenta
el fondo más oscuro que hay que tocar
y todas esas mentiras que uno necesita
para seguir.
Y seguir.

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