Si no es el olor del tabaco
o tu manera de hablar,
es la forma en la que tu cuerpo
se abre
y en la que todo se detiene
cuando sonreís.
El punto es que
siempre te estoy extrañando.
Acá y allá y en todos los mundos
que dibujás con tus palabras,
con tus colores.
Es la extraña razón por la cual
todo encaja.
Y vale la pena mil veces más
soñar, bailar, llorar,
si es tu brillo el que salta allí
furiosamente.
(A veces raspás mis rodillas y se llenan de sangre
pero sangre solo tiene aquello que está vivo,
y lo decís mordiéndote los labios
hasta deshacerlos)
El punto es que te llevo conmigo
en la piel y en el camino.
Te siento en cada centímetro
de tiempo y de destino.
Pero algo llevás del mar
esa inmensa sábana
intrigante y eterna
que me invita a nadar.
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