jueves, 1 de agosto de 2019

Qué hacer cuando sos tu propia ancla



Descender
Sumergirse en el líquido más espeso
Del cuerpo
Recordar que crecimos flotando
Crecimos para ascender
Más allá de la hostilidad
Nuestra piel una fina película
De inocencia
De clarividencia sonora

Repasar el primer contacto
Los dedos con otros dedos
Las superficies de las cosas
La extensión del propio ser
Sus límites
Sus posibilidades
El gusto de los bocados
Siempre nuevos
Efímeros

Rememorar la luz
Que enceguece la mirada
En un dulce manto de calor
Las telas, las texturas,
Las asperezas
La acidez, la violencia también
Líneas en las palmas de las manos
Que dibujan el territorio
Trabajado

Entender, finalmente
No podemos ser el ancla
Sin volvernos el mar que lo contiene
Los peces que prosiguen
Ajenos a nuestra lucha
Las moléculas de vida que se agrupan
Sin final, sin principio
Por sobre nuestra conciencia
Continuamente completas.

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